lunes, 16 de junio de 2008

"Deep Gola"

Estaba recopilando información para unos post de “Monográficos Zona Cero Azafor” que tengo cociéndose a fuego lento, cuando de repente me vino a la cabeza la historia que me contó un amigo hace ya bastante tiempo. No diré quién es, porque entre otras cosas, es un tío serio y no es muy dado a contar este tipo de historias. Tampoco creo se incomodara, pero por su trabajo y por su vida particular, está más preocupado en cubrir otros frentes. Cada cual tiene sus gustos o si no, como diría mi monitor del gimnasio, todos iríamos detrás de la misma tia. Por otro lado lo que también trato de decir, es que es el tipo de chaval que cuando te cuenta una historia semejante, hay que darle bastante credibilidad, simplemente por ser él.
Así que respetaremos su nombre y nos referiremos a él como “Deep Gola”
Hace años que no hemos vuelto a hablar sobre este tema, pero lo recuerdo perfectamente. Ocurrió en Valencia, por eso no forma parte de la sección de monográficos.

Recuerdo que ambos íbamos a la Universidad. Yo estaba en un piso con unos amigos y él estaba internado en una residencia. En nuestro primer año a él le iba muy bien y a mí, bastante regular. Recuerdo que le hice una visita a su residencia para despejarme. Era Abril y nos sentamos a charlar de tonterías en el salón del edificio.
-“¿Te acuerdas de Mario, el chaval de gafas?”- me preguntó de repente. Traté de hacer memoria y me vino a la mente el rostro borroso de un chico que me presentó dos meses atrás, en mi última visita. –Sí- contesté no muy seguro, tratando de recomponer una y otra vez la fotografía de Mario en mi memoria -Pues ha dejado la residencia- me dijo. -¿No le iba bien?- pregunté. –La historia es para cagarse- contestó- Resulta que Mario era un poco rarito. No salía nunca de su habitación. No hablaba con mucha gente y todos aquí pasaban bastante de él. Era un marginaet.- mi colega se tomó una pausa y entornó los ojos- Resulta que hará un mes, durante un fin de semana, se volvió a su pueblo a ver a su familia y ya no volvió a la residencia. Todo el mundo aquí pensábamos que no le iba bien la facultad y que había abandonado, por otro lado tampoco parecía muy adaptado. Así que pasamos de él. Pero un buen día se presenta su padre en la residencia y le explica al gerente porqué su hijo lo había dejado todo. Parece ser, que en el fin de semana que pasó en su casa del pueblo, la noche del sábado al domingo, la pasó completamente sólo, ya que sus padres habían ido a pasar la noche a casa de unos parientes. El padre cuenta que después de cenar, su hijo se levantó para ir a la cocina y que al encender la luz del pasillo, encontró delante de sí la imagen de su abuelo, muerto años atrás. Estaba de pie, a unos pocos metros de él. Inmóvil. Parece ser –continuó contando mi colega- que Mario se echó al suelo y se cubrió la cabeza con los brazos, y que permaneció horas así, en esa posición. Cada vez que levantaba la cabeza veía enfrente suyo la aterradora figura. Así estuvo, según dice su padre, hasta que amaneció. Ahora está en tratamiento psicológico y dicen que no volverá-.

Mis preguntas son: ¿Quién se inventa una historia así para dejar la Universidad? ¿Qué padre contaría una historia de este tipo a desconocidos si no creyese firmemente en lo que le había pasado a su hijo? ¿No sería más fácil inventarse otra historia? Este padre nunca salió por la tele ni la radio. Nunca fue famoso ni ganó pasta con este asunto.

Desde entonces, para mí, encender la luz del pasillo se ha convertido en un auténtico acto de terror.

3 comentarios:

blanca dijo...

mmm, aquí huele a chamusquina... o a caldofrán...

Swan dijo...

Lo mismito lo mismito le dijeron los del Washington Post a Bernstein y Woodward cuando entraron pegando portazos y bramando sobre lo del Watergate

blanca dijo...

yo no actualizo porque llevo una vida muy ajetreada y tengo excusa... puedes acaso decir tú lo mismo?