lunes, 5 de mayo de 2008

"EL ARTE DE LA GUERRA"

El escenario puede ser cualquier comercio con mostrador. En mi caso fue en la panadería de debajo de casa. De pie ante la caja, sostenía – orgulloso de mí- con una mano un euro y con la otra un paquete de la “Pandilla fantasma” ( esos de los fantasmitas y murcielaguitos rositas) .
Estaba sólo en la cola. Nadie por delante, nadie por detrás. La dependienta se entretenía un poco con la cliente que acababa de despachar justo antes de mi llegada . Tardaba, pero no importaba. Mi mente flotaba entre ensoñaciones y nubes algodón, fantaseando con lo bien que combinaría el paquete de matutano con el bocadillo de tortilla francesa que me aguardaba en la cocina, estratégicamente parapetado en papel de plata.
Repiqueteo el euro contra el mármol de la barra y un fugaz reflejo me eriza el vello, atravesándome el espinazo como una gota fría. Me fijo mejor en la vitrina donde la sombra se agranda hasta alcanzar el tamaño de un ser humano. Entonces me doy cuenta: -“La tengo justo detrás”- Ha sido rápida, apenas me ha dado tiempo a reaccionar. Noto su perfume dulzón mezclado con laca barata rodeándome los hombros. Giro levemente la cabeza para intentar captar una imagen más nítida. El reflejo de un broche dorado centra mi atención, me distrae ¡Mierda me acaba de pillar! Vuelvo la cabeza hacia delante de un latigazo. Ha sido una equivocación, ella tenía toda la ventaja.
Sé que me observa. Pasan tres segundos eternos.
La viejuna emite un leve gruñido. Esa es la señal. Siempre empiezan así.
Su cabeza asoma por uno de mis costados. Ya no está detrás, está justo a mi lado. No hay nada que pueda hacer. Me limito a observar hipnotizado sus movimientos, como un ratón a una serpiente. La viejuna se acerca más al mostrador. Detrás del cristal se apelotonan donuts, empanadillas, pasteles y pseudopizzas. La viejuna se acerca más (Dios Santo, tiene el cristal ante la nariz!) Levanta la cabeza y entonces ejecuta “el movimiento”:-Ascolta! Ascolta! Son de pésols o despináques?
La dependienta deja la conversación un segundo y contesta que de pésols.
Y aquí es cuando viene “el estoque”:
-Pues posam dos ampanadilles-
(puro arte)
La dependienta suspira, se despide de su conversación y le envuelve las dos empanadillas. La viejuna me mira de reojo y tiene la gallardía de buscar en su pieluno monedero dos euros en monedas de diez céntimos (acrecentando mi humillación).
Finalmente recoge su botín y se marcha triunfante.

¡Toma coladita! Esa noche los fantasmitas saben a derrota… y la tortilla está salada.


2 comentarios:

blanca dijo...

las señoras son nuestro peor enemigo: sigilosas, sin vergüenza... eso las hace inmunes ante cualquier adversidad!

Yovana dijo...

Instintos asesinos... Son los típicos momentos en que los movimientos de lucha de Matrix cobran vida en tu mente contra tu contrincante.

Ves el acto y de repente levitas. Se congela el tiempo y... ¡¡Tomá patá pa la vieja!! jajajajaja (me encanta...)