jueves, 29 de mayo de 2008

3- Monográficos Zona Cero Azafor: LAS TERMAS PERDIDAS

La tercera entrega de esta sección nos acerca al sugestivo mundo de las “Construcciones Míticas”. Obras arquitectónicas perdidas en el espacio-tiempo. Olvidadas en las relaciones de los escribas y las glosas de los trobadores. Condenadas a permanecer como un pálido eco en la memoria del virtuosismo humano.
Samarcanda fue redescubierta. El engaño reveló Petra a Occidente. La esfinge fue desenterrada de su manto de 20 siglos de arena…Ahora, la historia llama a las puertas de Gandia.

Todo el mundo sabe que la cadena “OPENCOR” abrió hace un par de años una tienda en el Paseo Germanías de Gandia. Muchos recordarán que anteriormente, en aquel número 78, operó durante décadas el único BINGO que Gandia tuvo hasta la apertura del segundo en la calle República Argentina. Pero tan sólo unos pocos, sabios ancianos y chamanes de la tribu, recuerdan que en aquel local se ubicó la primera piscina cubierta que tuvo Gandia antes de la irrupción del Polideportivo.
Sí plebe sí. El “OPENCOR” era una piscina privada abierta al público.
Una antigua matriarca, momentos antes de recibir los santos sacramentos, reveló que en aquel lugar se llegaron a organizar variadas competiciones de natación, y que en el suelo del viejuno BINGO aún podían adivinarse los contornos de tan intrigante construcción.

No ha sido posible averiguar el motivo de su cierre. Consultadas diversas fuentes la respuesta siempre ha sido el silencio.
Todo apunta a que las razones de su clausura permanecerán ocultas para la Historia revelada

2 comentarios:

el tercer hombre dijo...

Después de hacer sondeos preliminares en Ítaca, el Peloponeso y la Tróade, Heinrich Schliemann decidió finalmente apostar por la zona conocida como "el bingo del Paseo", para iniciar allí sus excavaciones. Esperaba encontrar,¡qué pavo!, los restos de la piscina que ya Homero mencionara en su obra "La Gandiada".

Swan dijo...

Interesante lectura "La Gandiada".
Recuerdo que allí se narra cómo el héroe local "Estilique", ataviado con su uniforme del Madrid y bandera a juego, consigue saquear el agua de la piscina. Siempre y en todo momento asistido por su agudo ingenio, su fiel microperro y la gracia de los Dioses que le susurraban a través de la arradio.
Más tarde, en otra obra de Homero "La Estilicada" narra cómo intentó regresar a su reino de Beniopa tomando un atajo por Almoines.